En los últimos años he compartido, en infinidad de ocasiones, en qué consiste la filosofía y pedagogía de la Dra. Montessori y cómo se concreta en el día a día.
A continuación, desde mi humilde opinión, comento algunas de las pinceladas que definen un ambiente Montessori .
María Montessori fundó la primera Casa dei Bambini en 1907. Era una época en la que no se atendía a la infancia como ahora. En general, no se consideraba importante la actividad que niñas y niños desarrollaban durante los primeros años de vida.
En ese contexto, la Dra. Montessori trató de acercar la realidad a la escuela, comprendiendo que la educación era una oportunidad para que niñas y niños pudieran adaptarse, participar en la vida cotidiana y desplegar al máximo su potencial como seres humanos.
Al mismo tiempo, María Montessori transmitía la importancia del respeto. En una época marcada por la Primera y Segunda Guerra Mundial, ella creía en la educación como un instrumento para la Paz. Lo que está muy presente en su pedagogía: respetar y atender las necesidades físicas, emocionales y mentales de niñas y niños. A partir de la experiencia de sentirse cuidados y el respeto hacia uno mismo, acompañarles en su apertura al mundo, para que exploren de forma autónoma y aprendan a relacionarse desde el respeto a los demás, al resto de seres vivos y a las cosas.
Formamos parte de un todo y todos somos importantes.
En La Mente absorbente del niño (1949), Montessori reconoce que la educación es un proceso natural que se desarrolla espontáneamente en el ser humano. Se adquiere por virtud de experiencias efectuadas en el ambiente.
Montessori hace referencia al ambiente especialmente preparado, es decir, al entorno que rodea a la niña y al niño, influye de manera determinante en su desarrollo y debe adaptarse a su momento evolutivo.
Este ambiente está formado por el espacio, el mobiliario, los materiales y el adulto, como pieza esencial.
La Dra. Montessori plantea la observación como la herramienta básica y fundamental de la que se sirve el adulto para ajustar el ambiente y responder a las necesidades de la niña o niño. Una observación objetiva, rigurosa, escrita, que sigue un proceso en la toma de datos y aporta información para la posterior reflexión.
Montessori considera al adulto como el encargado de generar y preservar el ambiente preparado. Responsable de atender las necesidades de la niña o niño, que absorben todo lo que hay alrededor. El adulto se convierte así en un ejemplo.
¿Cómo puede el adulto favorecer el crecimiento de la niña o niño?
- observando de manera regular,
- ofreciéndole un espacio rico en experiencias,
- mostrándole de qué manera puede emplear los materiales que le rodean,
- manteniendo el orden y cuidando el material,
- dejándole explorar, participar y actuar de manera autónoma en la medida de sus posibilidades,
- experimentando sus límites,
- transmitiendo de forma positiva y segura los límites concretos de cada espacio para interactuar con otras personas y con los objetos,
- permitiéndole escoger su actividad o trabajo, ayudándole así a conectar con su auténtica motivación,
- proponiéndole nuevos trabajos o actividades que le atraigan, en los que pueda investigar, madurar y perfeccionar sus destrezas.
- protegiendo su concentración, impidiendo interrupciones innecesarias.
- cuidándose también a sí mismo especialmente, como parte del ambiente.
La Dra. Montessori hizo hincapié en la trascendencia de la formación técnica y personal del guía (adulto al cargo en un ambiente Montessori) que incide en su capacidad de estar presente y cuidar. El autoconocimiento se revela como camino para tomar conciencia de lo que pensamos y sentimos. Nos permite identificar y dejar a un lado las expectativas y prejuicios, evitando las etiquetas mentales, para mirar y escuchar a la niña o niño con más claridad, en todo su potencial.
En este sentido, Guía de familias a domicilio acompaña a los adultos en el contexto familiar
- para que resulte más fácil sintonizar con las necesidades de sus hijas e hijos,
- para compartir aspectos importantes de la educación, que a veces pasan por alto,
- para que descubran sus posibilidades y desarrollen sus capacidades a la hora de gestionar el ambiente,
- para que encuentren en el autocuidado una inspiración y disfruten lo más posible de cuidar a los suyos.
Esta es una manera de apoyar el desarrollo de niñas y niños durante los primeros años de vida, porque como se apunta en La Mente absorbente del niño: “ El hombre no se desarrolla en la universidad, sino que inicia su desarrollo mental a partir del nacimiento, y lo efectúa con la mayor intensidad en los primeros tres años de vida y es necesario prestar mucha más atención a este periodo que a ningún otro” (Montessori, 1949. Pg. 13)